Nadie puede (Música de Fabio Marega)

Nadie puede llamarse discípulo,
sino quien quiere ser servidor.
Nadie puede decir que él es la luz
sino quien, penetrado de amor
indecible, en la faz misteriosa
de su hermano descubre al Señor.


Nadie puede brindar el consuelo,
sino aquel que conoce el dolor.
Nadie puede prestar testimonio,
sin vivir la Palabra de Dios,
con la cual, si se pierde a sí mismo,
gana al fin la alegría mejor.


Nadie puede entregar su ternura,
sin heridas en su corazón.
Nadie puede decir que perdona,
sin sentir en su vida el perdón
que lo lanza a entregarse en las manos
traspasadas de Cristo el Señor.


Nadie puede decir que comparte
si no da con total donación.
Nadie puede expresar la locura
del mensaje, si no se entregó
a sí mismo con todo el impulso
de su vida ante Quien lo llamó.


Nadie puede pensar que es semilla,
si no ha sido un audaz sembrador:
el que sabe que nunca hay cosecha
sin un largo silencio interior,
el apóstol que sabe que el trigo
que se muere da fruto mayor.