Buenos Aires, marzo de 1819

Mi amado esposo de mi corazón:

Me alegraré de que esta te halle con perfecta salud como mi amor lo desea, nosotras quedamos buenas, a Dios gracias, pero con la pesadumbre de no saber de vos en tanto tiempo. Cuento los días desde que te fuiste y cada uno me parece un año. Ah, mi querido Pepe, no sabés las noches que sueño contigo, y cuando me despierto y me encuentro sola, las lágrimas me vienen a la cara como un torrente. ¿Cómo van las cosas en el frente de batalla? ¿Has sido herido y no me quieres contar nada para no preocuparme? ¿Es cierto que los soldados en el ejército están descontentos y se temen rebeliones? Escríbeme, ingrato, hazte un tiempo y envíame algo que me permita saber de ti.

Tu mujer que verte desea.