LA ARGENTINA ENTRE 1955 Y 1976

Durante la década del 50 y el 70, la tensión entre peronistas y antiperonistas fue central en los procesos que se gestaron en el país debido a la fuerte inestabilidad política que generó una alternancia entre gobiernos civiles y militares, cuyo objetivo era impedir el retorno del peronismo.
Otra característica de este periodo fue que algunos gobiernos centraron su política económica en el desarrollo de la industria y la atracción de inversiones extranjeras, principalmente norteamericanas. Otros, en cambio, adoptaron acciones más restrictivas para limitarlas. En lo social, los sindicatos recuperaron el protagonismo y los jóvenes expresaron una actitud crítica y de rebeldía hacia la cultura establecida.
Desde 1945 ya habían comenzado a incrementarse las tensiones entre los partidarios de Perón y los no peronistas, caracterizando una etapa marcada por un país dividido entre estos dos grupos enfrentados. Durante esos años, comenzaba a organizarse la oposición y a exacerbarse el conflicto interno entre los sectores que apoyaban al peronismo, que adoptaban la bandera de la justicia social y criticaban el desprecio por los trabajadores, y los antiperonistas, grupo integrado en su mayoría por personas de clase media y alta, que cuestionaban duramente las medidas adoptadas en nombre de la democracia. A partir de 1950, el modelo económico del peronismo comenzó a presentar dificultades que agudizaron los conflictos sociales. Con el paso del tiempo, la peronización, que había alcanzado a la Iglesia y al Ejército en la doctrina de la “nación católica”, también comenzó a generar fisuras entre estos sectores debido a la resistencia y la disconformidad con las medidas y discursos adoptados por Perón.
En septiembre de 1955, luego de los bombardeos en la Ciudad de Buenos Aires, en los que cientos de personas murieron, un golpe de Estado derrocó el gobierno de Perón, quien debió permanecer en el exilio durante dieciocho años. Luego de este episodio, el general Alfredo Lonardi asumió la presidencia y se mostró dispuesto al diálogo con los sectores que apoyaban al peronismo; sin embargo, al cabo de un mes fue obligado a renunciar por un grupo antiperonista de las Fuerzas Armadas. De esta manera, en noviembre del mismo año, el general Pedro Eugenio Aramburu asumió la presidencia y comenzó un proceso de persecución política y prohibición de todo lo relacionado con Perón. El objetivo del proyecto era la desperonización; sin embargo, los efectos de estas acciones fueron contraproducentes debido a que los sectores populares iniciaron la llamada resistencia peronista a fin de regresar a Perón al poder. Este movimiento tomó acciones que incluían huelgas, uso de bombas caseras en edificios militares y actos de desobediencia a fin de lograr el regreso de Perón al poder. En 1956, un grupo de la resistencia encabezados por Juan José Valle se manifestaron en contra del gobierno y fueron reprimidos algunos de ellos fusilados.
Esta dictadura militar que gobernó nuestro país desde septiembre de 1955 y hasta 1958 se autodeterminó Revolución Libertadora. Consideraba que, luego de la caída de Perón, retornaría la libertad y la democracia, pero, por el contrario, este proceso debilitó la confianza en esta forma de gobierno debido a la exclusión de la política peronista para impedir su retorno, la adopción de políticas desfavorables para los trabajadores y la intervención de las fuerzas armadas en los asuntos internos del país. De esta manera, y a pesar de la proscripción del peronismo y la adopción de una política persecutoria, no logró la “desperonización” de la sociedad.