El autor propone una pastoral de la esperanza en el tiempo presente, que se mueva en el flujo del movimiento de la juventud. La clave es aceptar que los jóvenes no “usan” la tecnología sino que están en el “medio” de las tecnologías, no es un instrumento sino su ecosistema vital. Construyen su subjetividad en el medio de las tecnologías de la comunicación, de las redes y de las interfaces.