GRAFITIS SÍ, GRAFITIS NO: ARTE VS. VANDALISMO
El “delito” contra la propiedad privada es el que más importa y también el más criminalizado. En Olavarría, si pintás una pared estás al horno. Aunque el daño que supuestamente ocasiona esto es solo un poco de pintura en la pared, muchas veces incomoda por su contenido o simplemente por su atrevimiento de no respetar la fachada. Sin embargo, de la contaminación visual de los carteles y pantallas colocados en el espacio urbano, del cemento que nos asfixia, así como de los carteles prometedores que abundan en la ciudad durante las campañas políticas NO se habla. En otras ciudades tal vez ya está más instalado el arte urbano. De todos modos, el robo, que también es considerado un delito sobre la propiedad privada, es más criminalizado por el Estado, por sus instituciones y por la sociedad, que los delitos contra otra persona. Si sos un policía asesino, un violador, o un macho violento no pasa nada, gozás de impunidad. Si grafiteás, posiblemente te comas varios días en cana o tengas que pagar una multa, acrecentada en los últimos días, que puede llegar a costar 60.000 pesos.
Por esto y mucho más, reivindicamos la célebre frase de Rodolfo Walsh: “Las paredes son la imprenta del pueblo”. Consideramos, entonces, que las paredes del espacio público como soporte son una de las pocas alternativas de comunicación que tenemos. Por lo tanto, se han convertido en un terreno de disputa, y lo seguiremos utilizando. Defendemos nuestro derecho a la libertad de expresión, y seguiremos pintando para difundir nuestras luchas y nuestros deseos en la calle.
Por Luz Jara (fragmento). Nota publicada en la Revista Madre Tierra, editada por la Sal Editora.
Fuente: www.miradasdelcentro.com.ar/home/graffitis-si-graffitis-no-arte-vs-vandalismo/

¿Arte?

8 de julio de 2016

Félix Ángel repasa las diferencias entre el grafiti, el arte urbano y el arte callejero, y concluye con una reflexión sobre estas artes en la vida actual de las ciudades del mundo.

Grafiti de la artista “Veronika”, que forma parte del proyecto Westdene Graffiti Project en Johannesburgo (Sudáfrica). El grafiti se consolida como forma de expresión artística en Johannesburgo, la Nueva York africana, donde ya hay visitas guiadas para conocer la obra de los creadores urbanos.

Félix Ángel

Artista y curador, Washington (EE.UU.)

Recientemente, un periódico capitalino registró la frustración de un propietario en el barrio La Candelaria. El hombre había remodelado la fachada de su casa, eliminando inscripciones y letreros; sin embargo, esta volvió a ser “intervenida” por gente no invitada en menos de veinticuatro horas. La dejaron en lamentable estado, deterioraron la apariencia de su hogar y la del vecindario.

La intervención, espontánea o calculada, de paredes, de mobiliario público y privado es un fenómeno mundial tan antiguo como la humanidad. Es el caso de Pompeya y otras ciudades de la antigüedad, donde los trabajadores que participaron en proyectos, por ejemplo, la tumba de algún personaje importante, dejaron en el lugar recatado testimonio de su contribución. En Washington D.C., en las fundaciones (ocultas al público) del monumento a Abraham Lincoln, inspirado en el Partenón, existen inscripciones y caricaturas realizadas por algunos de los trabajadores, conmemorando su realización y el momento político. Artistas como Antoni Tapies, en los años cuarenta, encontraron inspiración en el grafiti asociándolo con la guerra; y José Antonio Fernández Muro y su esposa, la argentina Sara Grillo, lo relacionaron con la inconformidad social, la búsqueda visual y plástica de la década del sesenta, luego de transitar por la geometría.

¿Grafiti?, ¿arte urbano?, ¿arte callejero? Estos términos se usan a menudo indiscriminadamente para designar la intervención gráfica o pictórica de estructuras e infraestructuras urbanas. Sin embargo, cada una tiene su contexto y es diferente en su significado, intención, ideología, metodología y estilo.

ARTE URBANO
Del latín urbanus, no es necesariamente arte callejero o grafiti. Manifiesta su pasión por la ciudad, se relaciona con esta y con la vida de los barrios donde los artistas viven o intercambian experiencias, a veces más allá de límites geográficos y nacionales. Hoy en día es internacional.
Según el portal de la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad de Indianápolis, debido al hecho de que el grafiti, el arte callejero y el arte urbano se caracterizan por consumarse en el espacio público, a menudo son vistos como actos de vandalismo y destrucción de la propiedad. Aunque algunas veces las diversas formas constituyen, en efecto, actos de vandalismo, los creadores no se ven a sí mismos como vándalos.
Una reflexión importante


Por todas las consideraciones (y desconsideraciones) que el grafiti, el arte callejero y el arte urbano involucran, tal vez, la mejor forma de hacer la pregunta sobre su carácter e idoneidad es invocar la legalidad, no para terminar, sino para comenzar por algún lado a darle civismo al debate. En una sociedad que aspira a comportarse bajo principios de armonía, respeto y coexistencia de diversos sectores, grupos y componentes, la aceptación o no de estas formas de expresión, y su práctica, dependen del nivel de permisividad que la sociedad confiere al individuo, de otra forma el artista debe asumir el carácter subversivo de su acción y atenerse a las consecuencias. Bien vale recordar que la libertad individual, la cual hay que proteger a toda costa, termina donde comienza el derecho de los demás.

 

Fuente: www.elmundo.com/portal/cultura/palabra_y_obra/arte_o_vandalismo.php

GRAFITI
En plural, en su versión moderna, deriva del término italiano graffito (en singular), que proviene de graffiato, que significa rayón y este, a su vez, proviene del griego grafein (escribir). Esgrafiado, una palabra similar (en italiano sgraffito), se refiere a la acción de raspar una superficie para dejar entrever la capa que se encuentra debajo. Es una técnica artística utilizada en particular por ceramistas y pintores.


El consenso entre los historiadores determina que el grafiti se origina en Filadelfia a mediados de los años cincuenta luego de la muerte del músico de jazz Charlie Parker, pero en Nueva York se configura como expresión social, en un contexto masivo con proyección existencial, coincidiendo con intensos cambios en la sociedad estadounidense. Individuos que recorrían la ciudad por razones de su actividad sintieron la necesidad de dejar testimonio colocando su nombre en código y número de calle en los vagones del metro subterráneo, por ejemplo: Taki 183 y Tracy 168. El metro fue elegido por sus características como medio de transporte colectivo e interconectado, además de la ventaja que ofrecían las restricciones presupuestarias para proteger y limpiar constantemente el servicio. Como elementos técnicos, los grafiteros utilizaron, y se limitaron, a marcadores y pintura en aerosol, cuya base química reaccionaba con la pintura de los vagones haciendo casi imposible su remoción por métodos tradicionales. Los subterráneos de Londres y Roma fueron pronto “adaptados” al grafiti, y de allí se popularizó en numerosas ciudades.
Respondiendo a su etimología, el grafiti se concentró en la palabra. Fue adoptado por pandillas y se relacionó con el crimen urbano para marcar territorios y limitar acceso, creando fronteras “invisibles”. A mediados de la década de los ochenta, el público, inicialmente divertido con las intervenciones, manifestó su desagrado por el deterioro, que estimulaba el síndrome de la ventana quebrada. La municipalidad inició una campaña de saneamiento. En 1989 fue retirado del Metro de Nueva York el último vagón cubierto de grafiti.


En Nueva York, la adopción del grafiti por el mainstream en el arte marca el ocaso del mismo como expresión subterránea. Quienes persistieron en su práctica decidieron salir a la superficie, y eligieron como soporte los frentes y las partes posteriores de edificios, por lo general abandonados, concentrándose en vecindarios humildes.

GRAFITIS: EL PLACER DE LO PROHIBIDO
Por definición, el objetivo de estas pintadas es la expresión urbana de los sin voz. Se trata de exponerlas en la vía pública (y no en lugares privados) para que, justamente, accedan a esa “obra de arte” todos los transeúntes. La polémica se plantó ayer, cuando aparecieron grafiteados los nuevos vagones del tren Sarmiento y el Gobierno decidió denunciar a los autores.


Los primeros registros de grafitis se remontan a 2000 años atrás (sí, 2000) en la antigüedad grecorromana, en donde se habían grabado textos. Las excavaciones de Pompeya revelaron una gran cantidad de grafitis que incluían eslóganes electorales, dibujos y todo tipo de obscenidades.
Ya en la modernidad, fueron famosas las inscripciones en la vía pública en la Alemania nazi, pero también en la Argentina peronista.
El grafiti tiene dos vertientes: una “legal”, en la que artistas del spray son capaces de hacer cuadros y murales de gran espectacularidad y técnica; y una ilegal, en la que todo vale: trenes, subtes, carteles, paredes en la calle, etcétera. En esta última, la cuestión no es hacer grandes y espectaculares piezas en muros, sino pintar en los lugares más difíciles y “prohibidos”, las piezas más grandes y donde más se vean. El grafiti actualmente abarca desde grandes murales de muchos colores, que son verdaderas obras de arte, hasta pintadas de unos pocos minutos en el metro o en el tren de cualquier ciudad.


La polémica por los grafitis y los grafiteros se desató este lunes, luego de que el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, denunciara a dos menores que pintaron vagones de los nuevos trenes de la línea Sarmiento.
“Ver que hagan este tipo de cosas la verdad que es indignante”, declaró Randazzo en diálogo radial, y reiteró: “Son menores, entonces vamos a ir contra los padres, les vamos a reclamar económicamente”.


El debate se instaló en los medios y en las redes sociales, entre los que defienden la acción de los grafiteros como una “expresión cultural”, los que la condenan, y también los que condenan al Gobierno por tomar la decisión de denunciar a quienes perpetuaron las pintadas.


Fuente: www.diariopopular.com.ar/general/graffitis-el-placer-lo-prohibido-n192983- (fragmento)

GRAFITI: VANDALISMO VS. ARTE URBANO por Jairo Sandino (fragmento)
El hecho de “rayar” o pintar una pared es considerado por muchos como un acto de vandalismo, en el cual se invade el espacio público con un espíritu de destrucción y no se respeta propiedad alguna. Si bien existe una cierta cantidad de personas que no limitan sus grafitis a bienes públicos, que no incida directamente en las propiedades privadas, otro grupo sí es capaz de plasmar sus pensamientos en paredes que no tengan un dueño particular.


Hay que tener en cuenta, entonces, que la pared es el lienzo de los grafiteros, como una hoja en blanco en la cual se plasma la palabra o dibujo. De manera eficaz y artística, con técnicas específicas, se pretende emitir un mensaje de cualquier naturaleza y para todo el público que desee mirarlo.
Entonces, el grafiti se convierte en una manifestación cultural de la ciudad, cuya finalidad es que la gente libere todas sus emociones y pueda exteriorizar lo que piensa, gritándole a la sociedad aquello que siente hacia la religión, el amor, el deporte, la política, el arte, etc.


De ese modo, no solo es una expresión artística sino también un medio que evita la violencia y disminuye en gran medida los niveles de agresividad, pues el plasmar sus pensamientos en un muro es un método de escape de furia.
Y es así como se convierte en un arte metropolitano, que acompaña a la ciudad en su recorrido por los inconvenientes e inconformidades, de manera que logra sacar algo bueno, agradable a la vista y con un mensaje significativo y diciente para la sociedad.


Fuente: www.tertuliadero-virtual.blogspot.com/2011/11/graffiti-vandalismo-vs-arte-urbano-por.html