De las entrevistas realizadas se desprende que en las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, a las que asisten los hijos e hijas de las personas entrevistadas, no tienen lugar problemas de acceso de niños, niñas y adolescentes migrantes aunque se encuentren en situación irregular. De acuerdo con los testimonios de las personas migrantes entrevistadas, las escuelas constituyen espacios en donde existe un amplio conocimiento referido al derecho a la educación independientemente de la situación migratoria de una persona.
Las situaciones problemáticas recurrentemente identificadas en el ámbito educativo tienen que ver con otros aspectos. Por un lado, las personas entrevistadas hacen alusión a los complejos tratamientos respecto de los niños, niñas y adolescentes migrantes que despliegan algunos docentes en las escuelas.
Si bien en líneas generales, los padres y madres se muestran satisfechos con la educación que reciben sus hijos e hijas en los establecimientos educativos de la ciudad, cuando se los indaga acerca de cómo transitan su escolaridad y cómo se relacionan con sus docentes y compañeros, generalmente aparecen alusiones a las relaciones conflictivas que muchas veces tienen lugar entre estudiantes migrantes y locales, y a la escasa intervención del cuerpo docente y de las autoridades escolares.
En este sentido, una mujer peruana cuyos hijos asisten a una escuela pública primaria señaló:
“Los chicos peruanos se pelean con los bolivianos y con los paraguayos pero también hay mucha discriminación de los chicos argentinos que les dicen bolita o peruano de mierda (…) y los maestros es como que en el fondo les molesta que vengan los niños de Perú, Bolivia y entonces no hacen nada (…) Nosotros hemos ido a hablar y nunca hicieron nada.”
Por su parte, una mujer boliviana explicó que:
“Mis hijas terminaron el año pasado la primaria y tuvieron maestras muy buenas, pero también algunas que les hablaban mal de los bolivianos, les decían que estaba mal que veníamos acá a vivir en la villa”

Una de las primeras clasificaciones conocida fue ideada por Aristóteles, un filósofo griego hace aproximadamente 2400 años. Organizó el mundo en tres grandes reinos: mineral, vegetal y animal.

Para diferenciar el reino animal del vegetal tenía en cuenta los criterios de desplazamiento.

Más adelante otro filósofo, Teofrasto clasificó las plantas en árboles, arbustos y hierbas.

Muchos años después se utilizó el criterio de utilidad para clasificarlas en comestibles, venenosas, ornamentales y medicinales. Y a los animales en salvajes y domésticos.

También se utilizó el criterio de clasificar según el ambiente en que vivían, así se los agrupó en terrestres, acuáticos y aéreos.

Más en la actualidad, a medida que los científicos iban conociendo más sobre los seres vivos, empezaron a tener en cuenta otros criterios para clasificarlos: como su nutrición, si son microscópicos o se ven a simple vista, su aspecto, si se desplazan o no.

Continuamos con la experiencia de explorar los Esteros del Iberá en Corrientes… ¡Preparen los largavistas, las linternas y las cámaras de fotos!

Comienza la aventura, pequeños exploradores…

Apenas empezamos a caminar nos abrimos paso entre los juncales que atraviesan toda la zona inundada de la estepa. Un poco más alejado del camino hay un árbol inmenso, que llama la atención por su -tronco bien oscuro y gran parte de su copa repleta de flores rosas ¡Es un lapacho negro!- Y al poco tiempo aparecen ante nuestra vista otros árboles característicos como el laurel negro o el quebracho blanco.

Abriéndonos paso por la extensa región pantanosa, elegimos una de las lagunas para inspeccionarla. Las totoras, una especie de plantas acuática muy altas, están en su orilla, junto con unos cuantos camalotes. A medida que nos acercamos, por el ruido de nuestros pasos, una bandada de gavilanes echa a volar. Llegamos a la orilla. Nuestros ojos no dan abasto para observar todos los animales que habitan en este increíble lugar. Grandes, pequeños, peludos, escamosos… Frente a nosotros, junto al arbusto observamos unos chajás alimentándose de sus hojas. Pero no son los únicos. Dentro del agua, la gansa mora está cazando peces, ranas e insectos acuáticos que merodean por la zona. De pronto, huye desesperadamente cuando percibe que se le aproxima la boca de un yacaré negro, camuflado entre los camalotes.

Miramos con atención hacia el fondo del agua y podemos ver una raya de agua dulce estática, casi no se distingue del fondo. A su tiempo, una vieja del agua viene acercándose, buscando su alimento por el fondo de la laguna.

Nos alejamos un poco de los pantanos para irnos a las zonas más altas ya que el cansancio no tardará en aparecer.

Mientras descansamos bajo un timbó gigantesco, oímos unos ruidos de hojas crujiendo. ¡Un ciervo de los pantanos anda por ahí! En sumo silencio continuamos nuestro camino hasta que se nos cruza un carpincho. Vamos a seguirlo a ver hacia donde se dirige.

Nos escabullimos entre los matorrales y con nuestros largavistas podemos distinguir que no está solo, por encima de su lomo está posado un picahuey que aprovecha la vista desde allí para detectar y atrapar insectos.

Está oscureciendo… esta vez tenemos nuestras linternas preparadas, sigamos explorando mientras emprendemos la vuelta al campamento. En el transcurso escuchamos el sonido de una ranita maulladora; algunos sapitos se nos cruzan por el camino dirigiéndose a los pantanos y al alumbrar hacia el piso vimos escabullirse una culebra acuática.

A lo lejos ya se observan las luces del campamento… ya estamos llegando pero antes tenemos que saltar unos troncos que nos están impidiendo el paso. Vemos algo raro en su corteza, al observar mejor con la lupa nos damos cuenta que son hongos blancos… y más allá otros rojos.

Concluyendo nuestra aventura nos acomodamos al abrigo de la fogata. Compartimos nuestras fotos y anotaciones hasta que un ruido entre los matorrales nos interrumpe.

Nos acercamos un poco. Un pequeño aguará guazon está alimentándose de frutos y raíces. Lo observamos durante un tiempo pero el sueño ya está haciéndose notar.

Mires donde mires siempre vas a encontrar algo único y fantástico, pero para ello tenemos que usar al máximo nuestros sentidos y no perder la paciencia, siempre podrás asombrarte con las peculiaridades del extenso humedal que conserva la provincia de Corrientes, para descubrir historias de un mundo natural en constante adaptación al medio acuático.

Hace más de 2500 años, el sabio griego Tales de Mileto fue uno de los primeros en investigar los imanes.

En ese entonces solo existían los imanes naturales que se obtenían de una roca denominada magnetita. De ella se extrae el mineral de hierro. Es posible que ese nombre esté relacionado con la región de Grecia donde se la encontraba, llamada Magnesia.

Unos 1400 años atrás los chinos descubrieron que colgando piedras de imanes naturales de un hilo, estas pendulaban unos instantes hasta que quedaban quietas siempre señalando en una misma dirección.

Tiempo después, basándose en este fenómeno, los chinos construyeron una brújula simple. Estaba fabricada con una magnetita que se mantenía en equilibrio mediante un soporte central colocado sobre una base plana. De este modo el imán giraba sobre la plataforma hasta que se detenía en una dirección.

Los chinos llamaron norte magnético al polo del imán que señalaba hacia el punto norte de los mapas y sur magnético al polo que quedaba mirando al sur de los mapas. Sin embargo los chinos antiguos no consiguieron explicar la razón de este fenómeno del imán.

Fue en el año 1180 en que el inglés Alexander Neckam mencionó que existe una relación entre los fenómenos magnéticos y la posibilidad de orientarse en el espacio.

En el 1600, William Gilbert fue el primero en describir que el imán de la brújula era atraído por los polos de otro imán, la Tierra.

En la actualidad sabemos que nuestro planeta es un gigantesco imán. Uno de sus polos está en el polo norte terrestre y el otro en el polo sur terrestre.

En los últimos tiempos científicos han descubierto que el norte magnético no está fijo en el mismo lugar. Han confirmado que “viaja” desde Canadá a Siberia.

Fuente: www.rincondelaciencia.educa.madrid.org